En 1945, el Congreso de los Diputados de España habría recibido a la primera mujer presidenta de la República; en 1968, el heredero al trono español, Juan Carlos de Borbón, desde su residencia en Atenas, habría seguido reclamando el trono. Y en 1998, Federico García Lorca habría muerto de forma natural a los 90 años en su localidad natal: Fuente Vaqueros, en Granada.

Pero no. Nada de esto pasó porque el franquismo aguantó, y Franco murió en la cama hace 45 años, un 20 de noviembre de 1975. Todo a pesar de que se intentó asesinar al dictador cuando iba en coche o en barco. Desde un avión, disparándole o con bombas. Pero todo parecía chocar contra algo milagroso. En laSexta Columna han hablado con Octavio Alberola, el hombre que atentó hasta en tres ocasiones contra Franco.

Residente actual de Perpignan, otrora cuartel general de la lucha contra la dictadura. Octavio es un hombre al que el paso del tiempo le ha encorvado la figura, pero cuya memoria permanece intacta: "En el 52 y 56, a España franquista ya es reconocida internacionalmente. No se le considera una dictadura fascista". Ha contado en laSexta Columna que "se pensaba que eliminando a Franco podía comenzar un proceso de transición a la democracia".

Por eso, viajó a España con un objetivo principal: matar a Franco: "Es la única persona a la que nosotros nos autorizábamos a arrebatarle la vida". Octavio Alberola formaba parte de un comando anarquista que planeaba asesinar al dictador. Lo intentó por primera vez en 1957. Fue en Santillana del Mar. El lugar elegido, el parador. Allí se hospedaba el dictador cuando iba a la zona a pescar salmones. "Me enseñaron incluso la habitación en la que dormía", ha recordado Octavio, y ha explicado cómo se orquestó aquel plan que acabó fallando.

"Había que poner el explosivo con anterioridad a que Franco llegara allí y poder hacerlo detonar, buscar la manera de estar cerca", ha proseguido. El anarquista quería esconder en el techo el explosivo para matar al dictador, un lugar donde no fuera plenamente visible, pero Santillana del Mar era un fortín, por lo que el atentado en Santillana del Mar se acabó descartando. En el siguiente intento, Alberola sí iba a estar cerca de asesinar al dictador.

Ocurrió en el verano de 1962. Se decidió que el lugar para matar a Franco sería uno de los caminos que llevan palacio de Aiete, la residencia de San Sebastián en la que el dictador pasaba sus vacaciones. En concreto, en una cuesta próxima al recinto se colocó la bomba: "Se metió el explosivo en una parte de la carretera en la que no había casas cercanas", ha narrado Octavio Alberola, que ha advertido que la intención era evitar víctimas inocentes.

El comando de Alberola se apostó en las cercanías del Monte Igueldo para estar pendientes de la llegada de Franco al palacio. Curiosamente, el dictador dejaba muy pocas pistas sobre cuándo aparecería por San Sebastián. Así que para saber si estaba a punto de aparecer en la ciudad, había que estar atentos al estanque de Aiete... y sus cisnes. ¿Por qué? Porque eran trasladados allí cuando Franco llegaba para iniciar sus vacaciones. Pero esta operación también falló: Franco no aparecía y, para evitar víctimas mortales equivocadas, decidieron detonar el explosivo porque se estaba quedando sin batería.

Dos años después tuvo lugar otro intento de asesinar a Franco. En 1964, este atentado fallido tuvo como protagonistas a dos anarquistas, al dictador y a la Selección Española, que jugaba la final de la Copa de Europa contra la Unión Soviética. Todo ocurrió en el Santiago Bernabéu. El anarquista Fernando Carballo creía que aquí Franco sería vulnerable. "Él había podido ver dónde quedaba el coche y la comitiva de Franco", ha asegurado Octavio Alberola.

Carballo quería que el dictador volara por los aires en aquel lugar, pero necesitaba explosivos. Y fue el propio Octavio quien los consiguió y se los dio al anarquista escocés Stuart Christie. Aquellos explosivos tenían que cruzar la frontera entre Francia y España. Lo consiguió haciendo 'auto-stop', pero con muchas dificultades.

Aunque Christie consiguió llegar con las bombas a Madrid, fue detenido junto a Carballo antes de perpetrar el ataque. Las condenas fueron muy diferentes para ambos. El escocés salió a los tres años de la cárcel por la repercusión internacional que tuvo su detención desde el primer momento. El español fue condenado a 30 años de cárcel. Ambos sufrieron torturas en los sótanos de la Dirección General de Seguridad.

Unos años antes del primer plan de Octavio para asesinar a Franco ya había tenido lugar otro intento de asesinato. Grupos anarquistas planearon atentar contra el dictador durante la celebración de la tradicional regata de traineras en la playa de La Concha, en San Sebastián, a la que sabían que Franco iba a asistir. Fue en 1948, y la premisa de este comando, como en el resto de atentados, era evitar víctimas inocentes. Así empezó la operación.

Franco se dirigió en una canoa a la salida de las regatas. La operación pasaba por llegar desde las alturas, acercarse a la canoa y soltar bombas. Todo iba según lo previsto. Excepto que el avión cargado con las bombas no estaba solo en el aire. Fue interceptado por otras aeronaves, y Franco, ajeno al hecho de que podía haber muerto en cuestión de segundos, siguió celebrando aquella tradición.