Cuando Franco ganó la guerra, le entraron las prisas por restaurar la gran reliquia que habían dañado los herejes: la Cruz de la Victoria.
En 1942, el dictador se paseó rodeado de obispos con la reliquia recién restaurada. Los periódicos aseguraban que entró en la catedral de Oviedo "con la misma Cruz de la Victoria que Pelayo empuñara".
Pero aquella cruz gloriosa escondía un secreto que el dictador desconocía y que no empezó a desvelarse hasta los años 80, cuando un ladrón se coló en la catedral de Oviedo y desvalijó la cámara santa.
"Era un ladrón analfabeto deslumbrado por el oro. Deshizo la pedrería, la dejó tirada en el suelo, deshizo los esmaltes y los dejó tirados en el suelo y se llevó las láminas de oro hechas pelotas doblándolas", relata el arqueólogo César García de Castro.
Pero el ladrón despreció la madera que había debajo del oro... sin saber que era la que habría blandido don Pelayo en la batalla de Covadonga, lo que los restauradores aprovecharon para analizar un trozo.
Por otro lado, laSexta Columna recuerda cuáles fueron los múltiplesavances que los árabes introdujeron en España. Puedes verlo en el vídeo que se incluye a continuación.