La lucha sucia contra ETA se ocultó por la ley de secretos oficiales escudándose en razones de seguridad, excusa que también ha servido para que en el Ejército reine el silencio desde que se aprobó la ley. "En aquel momento, las Fuerzas Armadas eran las que tenían el poder bajo el mando de Franco. Se aprovechó para hacer un cerrojazo a la información que pudiera salir de lo que se hace, de lo que se compra, de lo que se maneja en las Fuerzas Armadas".
Es lo que cuenta Jorge Bravo, que se convirtió en militar en 1976. En sus más de 40 años como mando intermedio en el Ejército, ha estado en misiones importantes. Su carrera militar se torció cuando empezó a protestar, y le arrestaron más de un mes por denunciar gastos innecesarios de las Fuerzas Armadas en plena crisis. Jorge intentó defenderse, pero se encontró con un escollo. La ley de secretos oficiales es todavía más amplia para el Ejército. Incluso los motivos de su castigo eran información clasificada.
Jorge denuncia que las Fuerzas Armadas se amparan en una ley de secretos que sirve para ocultar casi todo. Así, los secretos pueden servir para ocultar errores en las Fuerzas Armadas, pero ¿pueden ser también necesarios? Jorge cree que son útiles para las cuestiones que "tienen que ver con la seguridad, operaciones militares, compra de material sensible equipos encriptados" pero cree que las cosas que "afecten a tema personales"y a la "compra de materiales" deberían estar desclasificadas.