Para encontrar un Afganistán sin bombas ni disparos, hay que remontarse a los años 60, cuando el rey de Afganistán se llevaba bien con los Estados Unidos de Kennedy. Eran aliados.
En aquella época, las mujeres no estaban obligadas a llevar velo y mucho menos burka, empezando por la reina que asistía a desfiles de moda. Como los hombres, ellas también podían estudiar y trabajar.
Era un Afganistán aparentemente moderno y pacífico, pero la Guerra Fría jugó en su contra. La Unión Soviética empezó a apoyar a partidos comunistas en Afganistán y, tras un golpe de estado, el país se convirtió en una versión islámica de una república soviética.
Para mantener esa influencia, finalmente Brezhnev, el líder de la URSS invadió Afganistán en 1979. Ese mismo año en su discurso de año nuevo, y con sus sentidos poco afinados por el alcohol, deseó que los niños del mundo no sufrieran los estragos de la guerra.
Pero la URSS plagó Afganistán de soldados y armas lanzando minas-juguete para engañar a los más pequeños. "Las lanzaban los helicópteros rusos sobre campos, en la zona rural. Era para amputar niños", relata Jorge Melgarejo, periodista que viajó a Afganistán cuando estaba invadido por la URSS y trabajó como corresponsal desde allí durante 25 años.
Afganistán hacía frontera con la Unión Soviética y con Irán. Ademá, está muy cerca del Golfo Pérsico y ahí hay algo que importa mucho a los presidentes de los Estados Unidos.