Tras la Guerra Civil, España quedó destruida y sin mano de obra. Sin embargo, una de las principales aficiones de Franco era inaugurar macroestructuras. Para ello, se necesitaba mano de obra.
Agustín, que nunca fue condenado y nunca tuvo que redimir ninguna pena, pasó por tres campos de concentración. En su día, pasó del campo de concentración de Miranda de Ebro a un batallón de trabajadores.
Era una operación de maquillaje de la dictadura, que con la guerra terminada quería aparentar que Franco no era tan mal tipo. "Lo que hace es a los campos de concentración que cierra los cambia de nombre", explica en el vídeo Carlos Hernández de Miguel, autor de 'Los campos de concentración de Franco'.