Anita Sirgo fue una de las líderes de la huelga minera de Asturias en 1962, más conocida como la Huelgona. Unas protestas que, sin el esfuerzo de mujeres como ella, no se habría extendido tanto.
Esta luchadora antifranquista nos cuenta en este vídeo cómo consiguieron "una democracia" en el sector, algo que pagaron con "torturas y cárceles llenas".
"Las mujeres de los mineros nos estábamos organizando en la clandestinidad porque ya no podíamos aguantar más y todos éramos conscientes de que también era nuestra lucha", explica en laSexta Columna.
De hecho, según Rubén Vega, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Oviedo, la huelga adquirió importancia por "la solidaridad de los mineros, pero también por la determinación de las mujeres, que formaron los piquetes que los hombres no se atrevían" a organizar.
Anita sufrió en sus propias carnes las consecuencias de esta lucha, pagando con la cárcel, la tortura y el exilio. "Te enseñaban fotografías y te preguntaban si conocías a los que aparecían en la imagen. Cada vez que decíamos que no, te daban una hostia. Yo estoy sorda por los golpes. También me amenazaron con raparme la cabeza y yo les dije 'haced conmigo lo que queráis'", recuerda.
Afortunadamente, los sacrificios de las mujeres y los hombres del carbón no fueron en vano. A pesar de las advertencias de Franco, el dictador envió un ministro para mejorar las condiciones de los mineros.
"Fue el único conflicto negociado por un ministro de Franco porque la huelga era un delito equiparable a la rebelión militar. El ministro cedió y se concedieron aumentos de salarios", explica Rubén Vega.
"Koldo me pidió si podía echar una mano..."