Silvia es la nieta de Elio González. El crimen de su abuelo fue ser maestro de la República. "Le persiguen por ser maestro, un colectivo perseguido con saña por el franquismo", explica Silvia González.

El tribunal para la represión abrió el expediente al abuelo de Silvia pese a que había muerto en la Guerra Civil. "El expediente de mi abuelo se inicia en el año 46 y él llevaba siete años muerto. No sabemos hasta qué punto el franquismo siguió persiguiendo a la gente incluso después de muerta", añade Silvia.

"La mayor parte de los comunistas ya habían sido condenados por los consejos de guerra a pena de muerte. Muchos de ellos ya habían muerto, eran juzgados tras haber sido ejectudos", añade Guillermo Portilla, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Jaén, en laSexta Columna.

Pero el maltrato y la represión iban más allá, se daba hasta en lo que tenían que tragar las presas de la cárcel de Ventas. "Había lentejas pero, como no había mujeres para limpiarlas, las echaban directamente en el caldero. Le llamaban las 'lentejas de negrín'. Nos dejaban los platos a los pies. Nos despertaban, pero quién tenía ganas de comer aquello", explicó en 2006 Nieves Torres, una de las presas en la cárcel de Ventas.

Martina Barroso, una de las Trece Rosas, también estuvo en esa cárcel. Horas antes de ser fusilada, le dio unas zapatillas a su cuñada. Le dijo que eran un regalo para su sobrina, que años más tarde tendría una hija a la que llamarían Paloma.

"Era el cumpleaños de la sobrina de Martina, que es mi madre. Ella le hizo unas zapatillas con unas mariposas y, disimuladamente, en el cordón metió los colores de la bandera republicana. Esas zapatillas se las entrega a su cuñada en la cárcel de Ventas el mismo 5 de agosto", explica Paloma Masa Barroso, sobrina nieta de Martina. "Es su carta de despedida para la familia, para que no la olvidásemos".