"Le denunciaron porque era republicano. Era rojo, que es lo que siempre se ha dicho. Le detuvieron, le llevaron a la cárcel y de allí ya no salió hasta el día que lo fusilaron", relata Carmen ante las cámaras de laSexta Columna.

Rafael fue sentenciado por un tribunal de responsabilidades políticas de Franco. Pero cuando salió la condena, ya llevaba meses fusilado. La sentencia llegó el 5 de marzo de 1940, nueve meses después de haber sido ejecutado.

"Le acusaban de maqui, de tráfico de armas, de torturas, de todo lo que quisieron acusarle... No había nadie que les prohibiera nada", apunta su nieta consciente de que su familia siempre supo quién señaló a su abuelo: "Mi madre sabía perfectamente quién había denunciado a su padre. Siempre habían estado con amenazas hacia mi familia".

La familia de Carmen tuvo que huir de su casa. Su madre era la encargada de visitar a Rafael en prisión, hasta que un día ya no estaba allí. Se lo habían llevado al cementerio. Una vecina le dijo que se lo habían llevado con el camión y cuando ella quiso llegar al cementerio, su padre ya estaba en el paredón de fusilamientos.

"Aún le dio tiempo a llamar a su padre. Ella pudo decirle "pare" y él le dijo "hija". Eso fue un trauma para ella. Se lo guardó muchos años. No contaba absolutamente nada. A veces se le escapaba con rabia un '¡Esos fascistas!', pero no hablaba con nadie de política. Todavía tenía miedo", sentencia Carmen.