El algodón es la fibra textil por excelencia y en el siglo XIX Estados Unidos se hizo de oro exportándolo. Para maximizar sus beneficios, secuestraron a millones de esclavos negros en África. Tras la Guerra de Secesión, la esclavitud se abolió, pero el sentimiento supremacista siguió presente en muchos estados.

La rama más intolerante la encarnó el Ku Klux Klan. La segregación era evidente en los guetos en los que se tenían que hacinar, donde los cines eran 'para gente de color' y no podían pisar las escuelas de los blancos.

En 1955, a punto de mandar hombres al espacio, Rosa Parks fue detenida y procesada por negarse a ceder su asiento a un 'blanquito' en el autobús. En 1962, James Meredith quiso matricularse en una carrera, pero el gobernador de Alabama intentó evitarlo presentándose personalmente.

En plena escalada de tensión, tuvo que intervenir el presidente Kennedy para defender que tenían los mismos "derechos y oportunidades". Entonces, Meredith se convirtió en el primer afroamericano que entraba en la Universidad de Misisipi. Este paso le costó que le intentaran asesinar en una manifestación por los derechos de los negros.

Un año después, en 1963, Martin Luther King alzó la voz: "Tengo un sueño, que los hijos de los esclavos y los hijos de los esclavistas podrán sentarse juntos en la mesa de la hermandad". Con él, empezaron a cobrar fuerza los sueños de los afroamericanos.

Miles de personas se manifestaban cada día por sus derechos. La policía miraba cómo los blancos les enseñaban sus banderas supremacistas con el lema 'quién necesita negrata' sobre una esvástica. Si los agentes de la ley actuaban, era para tirar gas lacrimógeno a los negros, rociarlos con mangueras o arrestarlos por centenas.

Con la victoria de Obama y su ascenso a la presidencia de Estados Unidos, gran parte de la indignación por los ataques racistas se convirtió en esperanza. Pero los hechos que se fueron sucediendo, poco a poco, fueron calmando el entusiasmo.

Freddie Gray, Michael Brown, Eric Garner o Trayvon Martin, todos ellos murieron a manos de la Policía bajo el mandato de Obama. Si existía el racismo policial, el primer presidente negro no supo erradicarlo.