Mercedes Abril vio con sus propios ojos cómo Rafael, su padre, que trabajaba de ferroviario en Calatayud y militaba en la UGT, desaparecía. "Llegó un camión lleno de guardias civiles y se lo llevaron a la fuerza", recuerda Mercedes apesadumbrada.

Ella nunca supo por qué se habían llevado a su padre y vivió con ese tormento hasta hace dos años, cuando el informe de un cura que le acusaba como un "destacado comunista extremista que no podía ni ver a la iglesia porque no la aguantaba". Y este mismo cura añadía: "Era un sujeto muy malo, dudo que estuviese casado por la iglesia y que su hija estuviese bautizada".

Mercedes Abril estuvo llevando flores para recordar a su padre durante 60 años al lugar equivocado, hasta que finalmente se enteró de donde estaba su cuerpo: en el Valle de los Caídos.