A los 11 años, Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal, se precipitó de una altura de tres metros y se rompió el coxis. Con 18 años un médico decidió operarle y quitarle el coxis, pero aquella cirugía solo le trajo más dolor y un cóctel agresivo de calmantes.

"Empezaron a medicarme con opiáceos, a darme antidepresivos, anticonvulsivantes, benzodiacepinas, llegaba a tomar 19, 20 pastillas al día", relata.

"Estaba estudiando la carrera de comunicación audiovisual, trabajaba en la industria de la música y para aguantar ese ritmo necesitaba cada vez más dosis de medicación más fuerte hasta que la cosa se fue de madre y tuve una sobredosis de opiáceos y otra de benzodiazepinas", lamenta.

El alivio para Carola llegó en forma líquida. Un amigo le preparó una infusión de flor de cannabis y, de repente su dolor se apaciguó.

Ahora, Carola cultiva sus propias plantas, pero no fuma. Ha aprendido a fabricar sus propios analgésicos, pero vive con el temor de que, un día, la Policía aparezca en su puerta.

"Es la lotería que te toque, todo el día vives con miedo, es estrés tener miedo que venga la Policía, se lleve tus plantas, vayas a un calabozo y sea un juez a posteriori el que decida si yo estás haciendo algo malo o no", explica.

Hace años Carola empezó una lucha para que otros enfermos no se sintieran como ella. Creó el Observatorio Español del Cannabis Medicinal y llevó su propuesta al Congreso de la mano de Ciudadanos. La iniciativa fue bloqueada por socialistas y populares. Aunque, según Carola, no era por falta de interés.

"Yo salgo del Congreso y ese político me llama para que ayude a su madre o a su tía, para que le podamos atender. Te dicen que no, pero luego cuando te das la vuelta te llaman para ver cómo les puedes ayudar", relata.

Por otro lado,laSexta Columna muestra la paradoja del cáñamo industrial. Se puede cultivar en España, se puede vender, pero no se pueden fabricar productos con él. Puedes verlo en el vídeo que se incluye a continuación.