Formaban parte del paisaje de las ciudades europeas, como el personaje de Mary Poppins. Si se miraba a los tejados ahí estaban, tiznados de negro, los deshollinadores en sus chimeneas.

Durante buena parte del siglo XX el humo del carbón lo envolvió todo, fábricas, trenes y barcos.

La periodista Angélica Rubio explica que "era el motor de la industria, se utilizaba para todo porque era la energía que había".

El carbón era tan importante que el nacimiento de la futura Unión Europea llevaba su nombre, fue la Comunidad del Carbón y el acero.

Ser carbonero había sido un negocio en alza, pero la llegada de otras energías cambió esa realidad por otra bien distinta.