Con la llegada del coronavirus hemos despertado ante la realidad: tenemos una cuenta pendiente con la gestión del envejecimiento.
En España la situación es más que un fiel reflejo del panorama europeo. En nuestro país vivían en residencias de ancianos más de 19.500 de los muertos por COVID-19 o con síntomas compatibles. El equivalente al 70% de la cifra oficial de fallecidos.
La dimensión del problema la da Ximena Di Lollo, que ha recorrido medio mundo luchando contra catástrofes con una ONG y que pasó a ayudar en residencias de Soria. "Soy médico y con un equipo de logistas y enfermeras entrábamos en los centros y veíamos la situación. Había mucha confusión. Muy devastador, encontramos a los mayores en estado físico deteriorado y signos de angustia y desesperación", explica la coordinadora de atención a mayores de Médicos Sin Fronteras.
"Las residencias no pertenecen al sistema sanitario, por lo que la gente que estaba en primera línea no estaba preparada en términos de recursos para afrontar el control de la infección. Nos decían que necesitaban manos porque tenían a la mitad de la plantilla enferma y físicamente estaban agotados", añade Di Lollo.
"Las residencias no han actuado correctamente"
laSexta Columna también habla con Carmen, su madre se contagió de coronavirus en la residencia. Un mes después, murió sola en el hospital. Cree que la precariedad de la residencia influyó en la gestión de la pandemia: "No han actuado correctamente".
"Mi madre ha estado tres días muerta en la cama de la residencia"
Lucía, la madre de Aurora, murió con 78 años; Antonia, la madre de Marimar, con 90. Ambas estaban en la misma residencia de Alcorcón y no fueron trasladadas al hospital. "Imaginaos el sufrimiento de estar ahogándote y no tener a sus hijos. Lo peor es que ha estado muerta tres días en la cama sin que nadie fuera a recogerla", relata entre lágrimas. Tanto Aurora como Marimar han presentado ya una querella. Creen que en la Comunidad de Madrid tienen que depurarse responsabilidades.