Durante la Segunda Guerra Mundial, Franco prestó infraestructuras en las costas españolas a la flota nazi. Por eso, el servicio de inteligencia del Reino Unido contrató a espías comunistas españoles como Lorenzo San Miguel. "Era un espía de película, en América tendría una serie o dos", comenta el periodista Daniel Álvarez de la Torre.

San Miguel había logrado escapar de prisión y llegar hasta el León de los años 40 disfrazado de mujer para convertirse en espía. Para contactar con los británicos sin ser interceptado por la policía franquista, se hizo con un pasaporte con nombre falso y una buena tapadera: una tienda de electrodomésticos desde la que emitía por radio hacia Londres utilizando códigos secretos como el que se puede ver en el vídeo sobre estas líneas. De este modo, pasaba planos de los puertos españoles con el objetivo de que en nuestras playas acabaran desembarcando las tropas aliadas. 

Precisamente la ciudad de nacimiento del dictador, Ferrol, en Galicia, fue el escenario de una de las acciones más sonadas de los espías españoles al servicio de su majestad británica: destruir el arsenal nazi que abastecía los submarinos. "Voló completamente", explica el periodista.

La historia de Lorenzo acabó en 1943, cuando el alto nivel de vida de uno de sus informantes alertó a la Guardia Civil y acabó confesando. El espía era asesinado poco después en su propia cama en León. "Estaba durmiendo, la policía entró en su habitación y le disparó", apunta el historiador, que señala que, "la alta política acabó traicionando a estos españoles".