Hitchcock estrena ‘Vértigo’ en los cines, el Real Madrid gana su tercera Copa de Europa, y aunque pasó más desapercibido, Adolfo Suárez se inscribe en la Falange. Empieza a escalar en el Movimiento de la mano de su mentor: Herrero Tejedor, un falangista cercano al Opus Dei. Asciende rápido. Con 35 años llega a ser gobernador civil de Segovia. Es entonces, cuando conoce a la persona que cambiará su futuro político, en la Navidad del 68: el entonces príncipe Juan Carlos.

Pero ese príncipe casi desconocido para los españoles se convierte de repente en un hombre muy poderoso. Franco le nombra como su sucesor. Pero el entonces príncipe no tiene muy buena fama en el Régimen. Su jura de bandera es un ejemplo. Cuando Juan Carlos está besando la enseña, un militar intenta, agitando su sable, que los cámaras del NODO no graben la imagen del príncipe.

Cuando su amigo Suárez se convierte en director general de Radio Televisión Española, su principal misión es hacer un lavado de imagen al futuro rey (1969 al 73). Suárez crea un equipo que se convierte en la sombra del príncipe. Empieza aquí la leyenda del rey campechano.

España empieza a ver a un rey cercano. En la intimidad de su casa y de su despacho. Que mira al horizonte con decisión, mientras las olas rompen. El humorista gráfico Forges fue testigo de aquella época. Trabajaba en Televisión española, cuando la amistad entre Suárez y el príncipe era ya notable.