Julián Grimau esperó su fusilamiento durante horas con el hombre que lo había defendido ante el Consejo Militar: Alejandro Rebollo. Su hija, Belén Rebollo, recuerda en laSexta Columna que el día de la ejecución le dicen a su padre "que se ponga el uniforme de gala y eso ya es muy mala señal".
"Grimau las últimas ocho horas de vida las pasa con su defensor militar", apunta Belén, que explica que en ese tiempo "Julián le cuenta de su mujer de sus hijas, repasan fotografías". Cuenta que Grimau cogió una de ellas y se la dio a su padre para darle las gracias por su defensa: "Lo último que firmo Julián Grimau fue una dedicatoria de agradecimiento a mi padre", afirma.
Hoy esa fotografía vuelve a sostenerla una Grimau, su hija Lola, que la acaba de recuperar seis décadas después. "Decidimos que era justo que ella tuviera esa fotografía", afirma Belén, que en el vídeo sobre estas líneas repasa los últimos instantes de la vida de Julián Grimau, como el momento en que "llevaba las esposas y extendió las manos hacia mi padre y él le dio un abrazo". Después sería fusilado a manos de soldados sin experiencia con las armas: "Al parecer son 27 disparos y no consiguen acabar con él porque tienen que darle después tres tiros de gracia para finalizar", explica con dificultad.
(*) Desde laSexta.com estamos recuperando los mejores momentos de la hemeroteca de laSexta Columna.