De un pequeño rincón de Extremadura salió uno de los grandes apellidos de nuestra historia, el que siglos después mantiene Susana, que pertenece a la última familia Cortés en Medellín, Badajoz.

En el lugar de origen de Hernán Cortés, el apellido del conquistador está en parques, estatuas, cuadros...

"Probablemente, a nadie se le ha hecho un juicio de 500 años tan severo como a esta figura. Él pudo haber elegido cualquier otra salida, e incluso no salir de su tierra y decidió embarcarse en una aventura extraordinaria. Creo que solo comparable con lo que hacemos cuando salimos de la Tierra", destaca Susana.

Pero la conquista tiene una visión menos heroica en México. Allí recuerdan la masacre de Cholula. "Va a ser una batalla especialmente sangrienta. Si eran ejemplares en el castigo la llegada iba a ser diferente, o eso se esperaba", explica Nayibe Gutiérrez, doctora en Historia de América de la Universidad Pablo de Olavide.

"No tienen ningún escrúpulo para alcanzar el objetivo, absolutamente ninguno desde el primer momento, una mezcla de ambición, de codicia, de poder", sostiene José Antonio Piqueras, responsable de la Cátedra de la Unesco Esclavitud y Afrodescendencia en la Universidad Jaume I.

Crónicas de la época de la conquista de América recogen cómo Hernán Cortés "mandó prender a 17 indios espías a los que cortaron las manos y, a otros, los dedos pulgares.

"El trato no fue muy humanitario y es algo que podemos decirlo con los principios que tenemos hoy en día", añade Nayibe Gutiérrez.

Por su parte, Susana subraya que "probablemente la violencia fue imprescindible, como en cualquier otra conquista de la historia". En este sentido, destaca que "Hernán Cortés fue un hombre de su tiempo que tenía por delante una misión" y se pregunta "por qué se le juzga con unos criterios tan estrictamente morales y no se hace eso con Atila o Napoleón".