De este pequeño rincón de Extremadura, Medellín, salió uno de los grandes apellidos de nuestra historia, el de Hernán Cortés, que siglos después mantiene Susana. El apellido del conquistador permanece en parques, cuadros, estatuas y en la historia. "A nadie se le ha hecho un juicio de 500 años tan grave como a esta figura", afirma Susana, descendiente del hermano del conquistador, en el vídeo sobre estas líneas, donde asegura que "pudo decidir cualquier otra salida y decidió embarcarse en una aventura extraordinaria". 

Igual que se clavó la bandera en la luna, Cortés clavó la cruz cristiana, imponiendo la corona española en América y no en busca del aplauso, sino de riqueza. Para adentrarse en aquel mundo extraño contaron con ayuda nativa, en el caso de Cortés con la Malinche, su esclava y traductora que convenció a los indígenas de que estarían mejor con los españoles que siendo objeto de los sacrificios mexicas.

La conquista tiene una visión menos heroica en México, donde para acordarse de Hernán Cortes, unos monjes portean su figura hecha con pan para comérsela. Recuerdan la masacre de Cholula, donde las tropas de Cortés iban a ser emboscadas, pero él se adelantó y sus hombres mataron a 3.000 nativos. En las crónicas, uno de los soldados que iba en la expedición narraba cómo Cortés, en otra ocasión, mandó "prender hasta 17 indios espías, a los que cortaron las manos y a otros los dedos pulgares". A pesar de ello, la descendiente de la familia Cortés lo tiene claro: "Ha sido una víctima de la leyenda negra".

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