En el Día Nacional Saudí, hace sólo dos semanas, los verdaderos protagonistas son futbolistas. Estrellas que bailan al son que marca la Familia Real.

Lucen presumidos las tradicionales túnicas, pañuelos y blanden cimitarras para desearles lo mejor a su generoso país de acogida: "Para los saudíes es algo bueno, así que estamos felices de estar aquí", afirmaba Benzema.

La mayoría han llegado este verano seducidos por los petrodólares para dar lustre a una liga comprada directamente por la Casa Real Saúd.

"¿Qué es lo que persigue Arabia Saudí con el fútbol? Dar una imagen al exterior de aperturismo, de modernidad. Y, por otro lado, dar una imagen de fuerza para transmitir la idea de 'Si yo quiero, puedo organizar una de las mejores ligas del mundo y puedo traer aquí a las mejores estrellas de fútbol del mundo'", subraya David Hernández, autor de 'El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio'.

"Todo está orientado a proyectar la candidatura de Arabia Saudí como futura sede de la Copa del Mundo", indica Ignacio Álvarez Ossorio, catedrático de Estudios Árabes de la Universidad Complutense de Madrid.

Cristiano Ronaldo marcó el camino a principios de año, se presentaba ante su nueva afición a 200 millones de euros por temporada en un estadio que sólo unos meses antes lucía casi igual de abarrotado en ambiente de presentación galáctica, aunque era sólo una pretenciosa graduación de estudiantes de la Universidad Rey Saúd.