La fiebre del oro líquido atrae a los ladrones. Andrés García regenta una almazara, el lugar donde se almacena y se procesa el aceite. Hace unas semanas alguien se la jugó por un botín hoy muy codiciado: su aceite de oliva. "Me informaron a las 7:00 horas de lo que había ocurrido. Entró un compañero a abrir la fábrica un día normal de trabajo y me llamó para decirme que nos habían entrado, que estaba la puerta forzada, que había una ventana abierta y que nos habían revuelto la fábrica y que nos habían robado aceite", recuerda.

Así, Andrés señala que los ladrones "entran por una ventana y, de alguna manera, controlan la alarma, porque no la hacen saltar". "Abren todas las puertas, y atrancan un camión. Básicamente, el robo es aceite envasado y algo que pudieron llevar de bodega", subraya el gerente.

En una almazara pequeña como la de Andrés el robo fue poco sofisticado, pero en otros casos recuerda a una superproducción hollywoodiense, con misiones casi imposibles planeadas al milímetro.