El ejemplo nos lo dan desde Alemania. Allí hace 10 años, salieron de una crisis a base de precarizar trabajo. Su milagro se llama minijob. Un trabajo de 15 horas a la semana como mucho, con un salario muy bajo.
La televisión pública alemana lo investigó en un reportaje. Encontraron gente con muchas canas, que trabajaba casi a cambio de nada, horas extras gratis incluidas, por miedo a perder su mini trabajo. Lo que empezó siendo una solución de emergencia, hoy se ha generalizado: uno de cada cinco empleados tiene un minijob.
La version inglesa del contrato precario es el contrato cero horas. El trabajador está atado a una emrpesa: le debe fidelidad y no puede trabajar en otra. Pero la compañía le llama sólo los días y horas que le necesita. Incluso puede no llamarle en ningún momento del mes: de ahí el nombre del contrato: 0 horas.
En España no tenemos tan institucionalizados los contratos basura. No hace falta. Tenemos nuestras fórmulas caseras. Basta con visitar el archivo de los últimos años de cualquier sindicato.
Hay abusos para todos los gustos. "Se están comunicando despidos por WhatsApp". Explica Roberto Tornamina, miembro de la Federación de servicios de UGT.