España es un gran ejemplo de la división de la izquierda. En 1931 se proclama la República. Las listas de afiliados al PCE y al PSOE crecen exponencialmente.

La federación anarquista ibérica llega alcanzar en esta época un millón de miembros. Pero en 1936, toda esa izquierda es un enemigo común.  La derecha se rebela y comienza la Guerra Civil. En las trincheras del bando republicano, resurgirán las viejas rencillas de la izquierda. Vía libre para la victoria de Franco.

El dictador es el único que consigue lo imposible: unir a la izquierda. Todos son rojos, y hay que perseguirlos. Pero al llegar la democracia, vuelve la división y emergen los partidos de la oscuridad. El PSOE, el PCE y después, un auténtico boom de siglas, banderas y grupos.