Servicios básicos como los bomberos, que hasta ahora gestionaba el Estado, pasan al sector privado en algunas ciudades. Lo mismo ocurre con el Salvamento Marítimo, encargado de rescatar heridos en el mar o con la gestión del agua, que empieza a estar en manos de empresas.

El mercado marca los servicios de muchos hospitales, aquí la venta tiene un nombre alternativo: externalización. La ley de la oferta y la demanda dirige las vidas de los pequeños, en las escuelas y los mayores, en las residencias de ancianos.

Las privatizaciones amenazan desde empresas públicas simbólicas, como los ferrocarriles; hasta las academias de música del barrio. Allí donde el Estado ve dinero rápido, hay un candidato a pasarse a lo privado.