En 1933, Adolf Hitler llegó por primera vez al gobierno en Alemania: había sido nombrado canciller tras un proceso democrático en el que, además de xenofobia, los nazis prometían precios más bajos. Hitler había sacado provecho electoral a la hiperinflación que había golpeado a Alemania años antes. Así, las consecuencias de la subida de precios también le llevaron al poder.

Tras perder la Primera Guerra Mundial, Alemania quedó sumida en una fuerte crisis y ahogada por las millonarias reparaciones que debía pagar. Para hacer frente a todos sus compromisos, el Gobierno alemán inundó de billetes el país y el marco comenzó a devaluarse, hasta el punto de que los billetes se usaban para encender fuego, empapelar paredes o incluso de juguete por los niños.

En noviembre de 1923, una hogaza de pan llegó a costar 200.000 millones de marcos, cuando solo unos años antes valía menos de uno. Esta hiperinflación dejó a millones de alemanes en la ruina, una situación que vieron agravada con el crack del 29... y q7ue acabaría contribuyendo al ascenso de Hitler. Puedes ver las imágenes de la época, así como el análisis de los economistas, en el vídeo sobre estas líneas.

Las peores consecuencias de la inflación

A lo largo de la historia, la pérdida de valor del dinero ha traído consigo cambios pivotales en la economía, pero también en la política... a menudo, con nefastas consecuencias, tal y como explica este vídeo de laSexta Columna: