'El oasis catalán', un reducto de honradez rodeado por el desierto de la corrupción española. Así se vende la Cataluña de Pujol desde los años 80. El mensaje oficial era uno y era simple: en Cataluña no había corrupción. Pujol y sus acólitos estaban por encima del bien y del mal.

En 2005, ya no es Pujol quien manda en Cataluña, ni siquiera es Convergencia i Unió. Los socialistas están en el poder de la mano del Tripartito y Pascual Maragall lanza la acusación más grave escuchada en el Parlament en 30 años. Todos los presentes saben de qué habla.

El nuevo presidente de la Generalitat señala al Gobierno anterior y a Convergencia i Unió como receptores de comisiones ilegales por la adjudicación de obras públicas. Maragall no mantiene su acusación ni tres minutos.

El 3% del que habló Maragall quedó suspendido en el aire, hasta el verano de 2009. Los Mossos d'Esquadra registran durante nueve horas el Palau de la Música, todo un símbolo en Cataluña. Su presidente es Félix Millet, muy próximo a CIU. Poco después dimite y acaba confesando el robo sistemático de dinero junto a Jordi Montull, el gerente.

En octubre estalla el otro gran escándalo de 2009, el 'caso Pretoria'. Macià Alavedra y Lluís Prenafeta, dos de los hombres de máxima confianza de Jordi Pujol, son detenidos junto a un alcalde del PSC, por corrupción urbanística.

Fidel Pallerols fue jefe de la patronal andorrana y el principal protagonista de otro de los casos de corrupción de esa Cataluña del cambio de siglo, el 'caso Pallerolls'. Un desvío de 400.000 euros de fondos europeos destinados a la formación de parados. El dinero acabó convertido en material de oficina para las sedes de Unió.