1 de febrero de 2013. Cientos de personas salen a la calle en 23 ciudades de España. Es la primera manifestación en España contra la subida de la luz. Nunca la factura había sido tan cara, el doble que hace 10 años.
Mientras, las dos principales eléctricas españolas son la segunda y la tercera que más ganan de Europa. Su margen de beneficio es el doble que la media de las europeas. Además, el Estado, es decir todos, les debemos cada vez más dinero. Casi 30.000 millones de euros, más de lo que este año se dedicará a subsidios y ayudas a desempleados.
Con este panorama, el Gobierno plantea el pasado verano una reforma eléctrica. Una reforma con tres puntos muy polémicos. Se basa fundamentalmente en recortes, así que enfada a todas las partes. Las eléctricas, a las que el Gobierno les había prometido 3.600 millones de euros, se sienten engañadas. Montoro se niega a pagar para no descuadrar los presupuestos y cumplir con el déficit.
Además, la polémica reforma no cambia la subasta eléctrica, el método con el que se fija la factura de la luz. En ella intervienen bancos de inversión que especulan con el precio de la luz. Eso ha hecho que, desde 2009, paguemos 1.900 millones de más.
En los días previos a la última subasta de 2013, ya con la nueva reforma en vigor, los expertos avisan de que la factura de la luz puede dispararse. Aun así, Soria no suspende la subasta. El 19 de diciembre se cumple la predicción: hay una subida radical del 11%.
Esa misma noche, de madrugada, Competencia hace lo nunca visto: suspende la subasta. Lo hace a través de un comunicado en el que habla de "circunstancias atípicas". Soria va más allá y habla directamente de "burda manipulación".
Las eléctricas, que reciben el segundo varapalo del Gobierno en pocas semanas, contestan en rueda de prensa. Aseguran sentirse demonizadas. "Hasta mi hijo me dice, papá ¿qué habéis hecho?", afirma Eduardo Montes, presidente de UNESA. Finalmente, el presidente Rajoy anuncia que la luz sólo subirá en un 2,3%, muy por debajo del 11% previsto.