El franquismo acabó encontrando en EEUU la fórmula para dejar de ser un apestado internacional, una mezcla entre su catolicismo a ultranza y el negocio. El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Rovira i Virgili, Joan Maria Thomàs, explica queLequerica, el diplomático enviado por Franco a Estados Unidos para cambiar la percepción de la dictadura, se acercaba a "sectores católicos, empresariales, con ganas de hacer negocios con España".

Empresarios como James Farley, al frente de Coca-Cola, veían en España un mercado por explorar. "Era un hombre profundamente católico, y además era amigo del presidente Truman", comenta Thomás en el vídeo sobre estas líneas sobre este hombre que, afirma, "fue uno más de los que, en momentos determinados, presionaron para la 'normalización' de las relaciones".

Así se le abrían las puertas de las Naciones Unidas a una dictadura, esas mismas puertas se les cierran a otros países, abandonados a su suerte por la comunidad internacional. "Naciones Unidas no es un club de democracias liberales, es una organización de estados realmente existentes. Siempre que suscriban la carta, y no sean un peligro para la seguridad internacional tienen su cabida, especialmente si ya tienen su reconocimiento de otros", explica Isaías Barreñada, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense.