Francisco Gutiérrez, Paco, cartero ya jubilado desde hace seis años, recuerda en el vídeo sobre estas líneas cómo le recibían en un pequeño pueblo español cuando, junto con el panadero, él era la única persona que les visitaba diariamente.

Su siempre celebrada llegada no sólo era sinónimo de correspondencia, sino también la oportunidad de que los lugareños se ahorraran un viaje a la ciudad. Paco cuenta a laSexta Columna los favores más comunes que le pedían "llevame la cadena de la motosierra para afilar, traeme un bote de pintura, llévame el reloj para ponerle una pila". Carteros como Paco son una especie en peligro de extinción "ya no tenemos cartero, porque viene un día uno, otro día otro, otro día otro, y este era seguido seguido, era como venir el cura a misa que tocaba la campana, y éste venía con la carta" relata uno de los vecinos de la localidad.

Correos también ha cambiado con los nuevos tiempos, ahora el reparto de paquetes es su principal cometido, aunque, como señala la periodista Marta García Aller "sigue siendo una función muy necesaria".