En siglos anteriores, la Corona sacaba tajada de la esclavitud, una forma de hacer negocio que podría haberse registrado como Negreros Reales S.A. De hecho, la monarquía española fue juzgada por ello. "Está el caso famoso de la Amistad, aquel barco que prueba que los esclavos eran esclavos bozales que envían de África cuando era ilegal desde hace tiempo", señala una experta. El negocio de los esclavos empezó con Carlos I, quien tras cobrar un impuesto decidía quién podía traficar con negros y quién no. Pero se modernizó con la llegada del primer borbón, Felipe V, tras la Guerra de Sucesión, que acabó con un rentable acuerdo con la Corona británica.
"Esa guerra termina cuando Inglaterra pacta directamente con Felipe V y con los reyes de Francia su retirada. A cambio de retirarse de la guerra exige una serie de condiciones. Entre ellas está que el monopolio de suministros de esclavos, desde África, pase a una compañía británica", explica el Responsable de Catedra de la UNESCO Esclavitud y Afrodescendencia, José Antonio Piqueras. Los registros de aquel acuerdo se guardan en el Archivo General de Indias (Sevilla). Esos papeles recogen la prueba de que Inglaterra se quedó con el negocio, pero Felipe V se reservó el 25% de cada esclavo que se vendía.
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Lo que le interesaba a Felipe V era obtener rédito del comercio de cautivos africanos, explica el profesor de Historia Contemporánea, Martín Rodrigo. Los esclavos eran una "fuente fiscal de primer orden de la monarquía" del estado español. "Para evitar el contrabando se marcaba con fuego la inicial de la Corona en la piel del esclavo", añade Piqueras. De este negocio obtenían beneficio los comerciantes de esclavos, entre ellos la Corona.