Franco también metió mano en el campo agrícola, con una dosis de machismo rancio. La dictadura defendía que cuánto más grande era una explotación mejor. Querían pocas fincas y en pocas manos. Y para insistir a lo largo de 40 años, la dictadura incluso llegó a delegar en un conejo, Plinio.

Se trataba de unos dibujos animados que buscaban desmontar la reforma agraria, el ambicioso proyecto de reparto de tierras de la República. "Desde el 57, el ministro Cavestani dice aquello de 'más agricultura y menos agricultores'", señala Daniel López, miembro del CSIC, a lo que añade que "realmente es un requerimiento del modelo de agricultura industrial y globalizada que hoy se promueve desde todas las políticas públicas". "Es útil para quien tiene dinero para invertir", subraya el experto.