En laSexta Columna, planteamos el dilema al que se enfrentan muchos jóvenes en nuestro país. Vivir en un piso compartido en el centro de la ciudad o irse a un entorno rural con precios más asequibles, pero más lejos del trabajo. Es el caso de Ana-iris, una periodista que hace dos años compartía piso en Madrid.

Con 28 años, la revista en la que trabajaba la despidió. Acababa de disfrutar de su tercer expediente de regulación de empleo en los ocho años que llevaba trabajando. "No podía permitirme seguir pagando un alquiler compartido en Madrid, por lo que decidí irme a Ávila para pagar un alquiler más bajo junto a mi pareja, y me planteé tener un hijo", cuenta a laSexta Columna.

Sin embargo, ser madre tan lejos de su familia tampoco era fácil, por lo que decidió irse más cerca de sus padres, a Aranjuez, con un nuevo empleo que le permitía teletrabajar. "Muchos nos vemos obligados a vivir en el centro de Madrid porque mucha gente trabaja ahí. Si yo vivía en Aranjuez, tenía que estar dos horas cada día para llegar al trabajo. En tiempo y dinero no era asumible. Para irte a un pueblo tienes que ser un privilegiado, o tener la mala suerte de que esa ciudad grande te haya expulsado y tener que irte con tus padres", señala la joven.

En este sentido, Antonio Maestre reconoce que a él le "encantaría vivir en un lugar cómodo, rural y teletrabajar". "Pero, ¿depende de mí?", se pregunta, a lo que añade: "Para quien pueda y quiera es una buena posibilidad, pero es utópico pensar que eso es extrapolable para el común de los ciudadanos".

La realidad es que en el campo o en la ciudad, los españoles se van de casa tarde, de media, a los 29 años. Y si quieren hacerlo, según el Consejo de la Juventud, solo tienen que dedicar el 90% de su salario al alquiler.