Hace 25 años, 45.000 españoles trabajaban en la mina. La mitad, en Asturias. Hoy, los mineros asturianos han pasado de más de 20.000 a menos de 2.000. La cara de la lucha minera era José Ángel Fernández Villa, un sindicalista histórico de UGT. Villa se benefició en 2012 de la amnistía fiscal del Gobierno. Declaró casi millón y medio de euros que le había escondido a la Agencia Tributaria en Suiza.

La fortuna del hombre del puño en alto sorprendió a casi todos. Antón Saavedra era compañero de Fernández Villa en el sindicato SOMA-UGT y en el PSOE: “¿Yo, denunciar esto? En el 77. Son unos hijos de la gran puta. 1’4 millones es sólo calderilla. Hay mucho más. Tenía plazas por todas partes, era el referente sindical y mira lo que había, cómo nos engañaban”.

Con una denuncia intentó probar que el líder sindical se había convertido en un capo mafioso y que controlaba Asturias a través del sindicato minero: “Ayuntamientos, alcaldes, concejales, presidentes del Gobierno, chiringuitos… No hay un tío que no haya entrado que se estuviera supeditado a Villa. Esto es así de duro”.

En minas como la de Camocha, su palabra era la ley. Así es como Villa pasó de ser un minero más, a acumular 11 inmuebles y conducir coches de alta gama. Según Saavedra, cuando Villa se convirtió en líder sindical, colocó a sus amigos en puestos privilegiados, y fue tomando el control de todo.

Saavedra sospecha que Villa obtuvo la mayor parte de su riqueza de los Fondos Mineros. En 15 años, las minas recibieron subvenciones por casi 4.500 millones de euros. En algunas partidas la mitad se gastó sin justificar, y las que sí se justificaron, a veces suenan difíciles de creer. Se sacaron del mismo fondo que paga las pensiones de las viudas o de los mineros con invalidez. El director, curiosamente, era el hijo de Fernández Villa. La Fiscalía investiga irregularidades en su construcción.

Según Saavedra, cuando los gobiernos de la democracia desmantelaron la minería, Villa estuvo ahí para sacar tajada. De los cierres, pero también de las empresas fundadas con las subvenciones de la reconversión. La denuncia de Saavedra fue archivada. Nadie le hizo caso: “Hay gente que recibe esto y se caga de miedo”. Hizo falta que Fernández Villa se acogiera a la amnistía fiscal para que se investigara el origen de su fortuna.

Hoy Antón Saavedra es un testigo clave en la investigación de la Fiscalía Anticorrupción sobre la fortuna de su antiguo compañero de sindicato: “Si yo lo sabía cuando denuncié hace 12 años, cómo no lo va a saber el Gobierno. ¿Qué siento? Impotencia, rabia. ¿Qué alegría? Tenía razón, ¿y qué?”.