Las Islas Canarias se han convertido en uno de los destinos favoritos de los turistas extranjeros, pero sus vecinos comienzan a estar hartos. Es por eso que han empezado a producirse manifestaciones y protestas, como la del pasado 20 de abril, porque los vecinos aseguran que no pueden seguir viviendo así.

Mientras que en 1946, la isla de Tenerife se publicitaba como un paraíso prácticamente virgen, ahora el turismo erupciona en el sur de la isla, que se ha convertido en el destino preferido de los extranjeros. Lo exótico de antes, nada tiene que ver con lo exótico de ahora, ya que donde antes había playas vacías, ahora hay miles de turistas; y los parajes desérticos de la isla están ocupados por hoteles y macrocomplejos turísticos. "Todo esto eran salinas, ahora esto es un continuo de cemento, de hoteles y de carreteras y de infraestructuras para el turismo", denuncia Anne Striewe, directora general en Fundación Canarina; una canaria que durante años ha vivido gracias al turismo.

"Se vive con pena, sobre todo el hecho de sentirte cada vez más extraña en el lugar en el que has crecido y, donde antes saludabas a la gente en la calle, ahora ya no conoces a nadie. Es una sensación extraña de sentirte extranjero en tu propia tierra", se lamenta esta canaria.