El muro que Lourdes Bronte ve desde su casa en Sigüés, Zaragoza, es parte de la ampliación del embalse de Yesa, planteada hace dos décadas porque hacía falta más agua para regar cada vez más cultivos. Pero varios retrasos y sobrecostes después, la obra salió mal y muchos vecinos de la zona tuvieron que dejar sus casas.

"Se produjo un desprendimiento que implicó el desalojo y, después, la expropiación definitiva de más de 100 viviendas de la zona", indica Miguel Solana, presidente de la asociación Río Aragón.

Lleva años luchando porque quiere que las obras de ampliación del embalse de Yesa se paralicen. Defiende que, pese a la construcción del muro, no hay seguridad en el embalse de Yesa.

"El gran problema tiene que ver con la seguridad. Hasta el colegio de ingenieros lo reconoce cuando en su dictamen no dice que Yesa es seguro. Dice que creen que con las medidas tomadas y las que se pudieran tomar, las laderas tendrían estabilidad suficiente", explica Miguel Solana.

El informe del colegio de ingenieros asegura que "la cantidad de incógnitas presentes en el caso hacen poco fiable cualquier cálculo para obtener un coeficiente de seguridad".

"Existe el riesgo de que el agua termine saltando la presa. El riesgo existe y no pueden decir que no lo hay. Políticamente alguien tiene que parar esta barbaridad", añade Miguel

Temen pueda suceder algo similar a lo que pasó en Ribadelago, Zamora, donde murieron 144 personas.

La confederación Hidrográfica del Ebro asegura que con obras adicionales conseguirán que la ampliación del embalse de Yesa sea segura. El proyecto sigue adelante.