Si algo ha quedado claro durante esta crisis es que en Europa manda Alemania y resulta que a Alemania, al menos hasta ahora, le ha beneficiado que sus socios del sur recorten. Así que ha impuesto ajustes durísimos que ahogan a Grecia, Irlanda, Portugal, o a España.
El poder alemán alcanza a todas las instituciones y cuando alguien amenaza con desviarse del camino, Merkel se impone sin contemplaciones. Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo osa desafiarla. Insinúa que comprará deuda soberana de los países acosados por los mercados para ayudarles.
"Haré lo que haya que hacer, y créanme, será suficiente", esas palabras de Draghi son suficientes para calmar a los mercados durante un tiempo. Pero a Alemania no le sentó muy bien y en la práctica, el BCE no ha llevado a cabo la amenaza de Draghi.