En abril de 1974, una canción simboliza la modernidad. La colorida alegría de Abba, con 'Waterloo', arrasa en Eurovisión. En ese mismo concurso, pasa totalmente desapercibido Paulo de Carvalho, el austero representante portugués que queda el último. Sin embargo, pocos días después haría historia.
Su canción, fracaso total en Eurovisión, sirve de primera señal para que los militares se preparen y arranque la que sería la Revolución de los Claveles en Portugal. La segunda y definitiva señal, también es una canción, 'Grandola Vila Morena', que suena en una emisora de la que nadie podía sospechar: "Era una emisora de iglesia católica privada, la más vigilada de todo el país", explica Tereixa Constenla, corresponsal de El País en Lisboa, en el vídeo sobre estas líneas.
"Después de la medianoche, pasaban 20 minutos y 19 segundos, esa es la señal convenida para que todos los cuarteles del país donde hay unidades que participan en la revolución salgan a la calle", señala Tereixa.
En el vídeo sobre estas líneas, la periodista señala que también "se tomaron objetivos en la frontera española para evitar que pudiera haber un posible apoyo de tropas por la dictadura franquista en apoyo de la portuguesa".