Principios de los 70. Estamos en la España de la dictadura. La única televisión que existía, la pública, aleccionaba sobre el aborto.

En aquella época, el aborto estaba totalmente prohibido. Pero eso no significaba que no los hubiera. Según datos del Tribunal Supremo morían entre 200 y 400 mujeres al año en abortos clandestinos. Y además, la mujer podía acabar entre rejas por hacerlo.

Bilbao. Principios de los 80. 11 mujeres son juzgadas por abortar. No querían ser madres porque no se lo podían permitir económicamente. El debate, ya entonces, era parecido al de ahora.

En 1983 el aborto era la primera causa de mortalidad entre las mujeres en edad fértil. Así que la que podía, cogía un avión y viajaba hasta Londres. Pero la mayoría no se lo podía permitir. Y quedarse en España era abortar de manera rudimentaria.

La nueva ley de Gallardón puede recuperar una vieja costumbre ya desterrada de abortar en el extranjero. En Londres las clínicas ya se han puesto al día para atender al nuevo mercado. Basta con buscar en Internet. En alguna tienen hasta un servicio en español. Hay un grab problema, únicamente el aborto cuesta 880 euros. Y hay que sumarle el hotel, el viaje y la comida. Si el anteproyecto sigue así, la alternativa londinense no es para todas. La alternativa es viajar a Portugal.

Curiosamente, algunas clínicas portuguesas tienen su sede en España. Se abrieron hace años para atender a mujeres portuguesas porque allí la norma era más restrictiva y en España, con Zapatero, más progresista. Con la ley Gallardón la peregrinación cambiaría de sentido.