El profesor aclara esta cuestión con un simple ejemplo: “Realmente la corrupción no tendemos a verla como un proceso que ocurre de la noche a la mañana, pero en realidad es un proceso gradual. Primero comienzas comprándote un boli con la tarjeta de crédito del Gobierno, luego un menú de 30 euros en lugar de uno de 10 euros y luego un safari, y acabas con un Jaguar en el parking. Si te frenan antes, como ocurre en Dinamarca, a lo mejor sólo te compras el boli”.

"Hay casos de corrupción, pero se aborta antes de que se lleguen a desarrollar porque se frenan"

Otro de los factores importantes es que en Dinamarca disfrutan, en su opinión, de “el país con la Administración menos politizada del mundo. […] Cuando hay un cambio de Gobierno, cambian muy pocas personas”. En referencia a los funcionaros que denuncian casos de corrupción, afirma que en Dinamarca “es habitual y están muy protegidos”.

Lapuente también insiste en la importancia que se le da a la trasparencia y a la ética en estos países. El profesor llega a afirmar que “Cuantas más leyes tenemos, podemos tener menos ética. […] Los estados que son muy corruptos generan desconfianza social y los ciudadanos, cuando desconfían de sus instituciones, piden una mayor regulación. Y al pedir mayor regulación, unos grupos son capaces de conseguir que la regulación beneficie a ellos, no a otros, con lo cual generamos más corrupción, más desconfianza social y tenemos más regulación. Entramos en una especie de círculo vicioso”.

En cuanto a pedir responsabilidades a políticos corruptos, Lapuente afirma refiriéndose a los países nórdicos: “Una pequeña desviación de lo que es la norma, y lo que diría más, no tanto desviación de la ley, sino una desviación del código ético, implica que el político dimita. Una de las políticas suecas con mayor proyección tuvo que dimitir porque gastó con la tarjeta de su ministerio pequeños gastos como comprar chocolates en un aeropuerto”.