Tras saber que su hijo había muerto, Juan José Jiménez se dirigió hasta el lugar de los hechos. A su llegada fue recibido por varios oficiales superiores que le dieron el pésame y le indicaron que el joven "había tenido muy mala suerte". La versión que le ofrecieron fue que una bala "rebotada" le había entrado por la axila, "justo por donde no protegía el chaleco, y se le cruzó de derecha a izquierda por los pulmones...". Aseguraron que las lesiones causadas por el proyectil eran "incompatibles con la vida".

"No analizas lo que te están diciendo y solo piensas en la mala suerte que ha tenido", asegura Jiménez en 'Salvados: Caballero Legionario'. "Mira que llevar casco, chaleco, de todo, que le entre por la axila el proyectil y lo destroce... Es algo que va más allá de la mala suerte", pensó el progenitor, quien destaca sobre su hijo Alejandro su pasión por la Legión: "Honor, hermandad, disciplina... Le fascinaba todo lo que encontró" en ésta. Para Jiménez, "la justicia militar no existe". "Creen que viven en otra época", sentencia".

Salvados ahonda en los hechos que llevaron a la muerte al legionario Alejandro Jiménez en 2019. La primera versión, apoyada por toda su compañía, apuntaba a un desafortunado accidente. Sin embargo, uno de sus compañeros y amigo, Fran Jordi, decidió enfrentarse a sus compañeros y superiores para destapar la verdad.

Fran, quien fue testigo de los hechos ya que participaba en las maniobras, ofreció su versión a la Guardia Civil. En la entrevista que mantiene con Gonzo recuerda que los mandos cambiaron el ejercicio una vez que habían cumplido su objetivo inicial. Relata la dureza de la muerte de su compañero Alejandro y cómo poco después comenzaron las irregularidades.

Según su testimonio, los mandos ordenaron a los legionarios que recogieran los casquillos de bala, alterando de esta forma el escenario de lo que podía "ser un crimen". Asimismo, trataron de aleccionarles indicándoles qué versiones tenían que dar ante la Guardia Civil durante la investigación de los hechos.

Sin embargo, Fran decidió seguir sus principios y contar la verdad, un acto que se convirtió en un calvario. Tuvo que sufrir y soportar los insultos, el acoso y las amenazas de los que hasta entonces habían sido sus hermanos legionarios. Concluye, no obstante, con la idea de que ha cumplido con su deber.