Arturo Pérez-Reverte se desahoga escribiendo frente al resto de la sociedad que lo que tiene “es un desahogo problemático”. Explica que antiguamente cuando las cosas iban mal había ideas e intelectuales que tiraban de esas ideas y las estiraban. Ahora no hay esos líderes. “La sociedad está indefensa, está huérfana”, comenta. No tiene coordinación, esa “columna vertebral que haga que la sociedad estalle de forma global. Esa acción coordinada común que permitiría cambiar, esa revolución que permite cambiar las cosas”.

Pérez-Reverte pone como ejemplo Ciutat Meridiana. “Si arde, arderá el sólo”. Una revolución global que el escritor cree que ya es imposible porque “vivimos en un mundo en el cual hay demasiados mecanismos de anestesia. Incluso el miserable tiene cosas que perder”.

Hace 15 años, Pérez-Reverte escribía un artículo donde hablaba de las élites políticas y económicas que iban a reventar el futuro. “¿Eso no lo veía nadie más? ¿No lo veían los políticos, los economistas, los intelectuales…?”.

Explica que se sabía que se estaba viviendo en “un mundo irreal” y tiene claro que la gente quiere que acabe la crisis “para volver a hacer exactamente lo mismo que hacía antes”. “No va a cambiar nada de nada”. Un discurso que puede motivar al cambio pero que es “una utopía”.

El escritor asegura que “España es un país que está maldito históricamente”. Pone el ejemplo del Concilio de Trento y la Revolución Francesa. Explica que en el país “somos más reaccionarios que revolucionarios”.

Y es que “confundimos cabreo con crítica, con revolución”. ”Nos han manipulado tanto tantas veces que hasta de lo que podemos estar orgullosos lo utilizamos como arma arrojadiza”. “Somos de barricada, somos el conmigo o contra mí”, comenta.