Madrid tiene 14 autopistas radiales. Por encima de la capital se encuentra Singapur y Los Ángeles, lo que convierte a la Comunidad en “campeones de las radiales”, comenta Álvaro Romero, periodista de ‘El País’.

El ideólogo de las radiales fue el Gobierno de Aznar en el año 1997. Se gestionó como una alternativa a las autopistas nacionales de la capital con vistas a solucionar un problema de tráfico que persiste a pesar de las radiales.

De esas autopistas se hicieron estudios de viabilidad por parte de Fomento y por parte de las propias constructoras que tuvieron que validar los datos que les daba Fomento. Donde se encuentran Jordi Évole y Álvaro Romero, los estudios de viabilidad apuntaban a un tráfico entre 35.000 y 40.000 vehículos al día. Actualmente circulan unos 4.500. La diferencia entre la previsión que se hizo y la realidad vino “por la crisis y porque al mismo tiempo que se ponían en marcha las radiales, se mejoraban las nacionales”, explica Álvaro.

"Con la liquidación, la Administración tendría que hacer frente a toda la deuda"

Las empresas que ganaron el concurso para construir las autopistas fueron Ferrovial, ACS, Sacyr y los bancos que aportaban la financiación necesaria para la construcción de las autopistas. Una vez ganan el concurso, estipulan la construcción de la autopista, la explotación del negocio de los peajes durante 50 años y la construcción del trozo correspondiente de M-50 a la radial. “En el negocio de las autopistas de peaje un 50% de lo que facturas va al bolsillo. Un buen negocio”, explica.

Lo que pasó para que la previsión de negocio se truncase fue que “toparon con los sobrecostes que tuvieron pagar por las expropiaciones”, comenta el periodista.  La Administración ayudó a esas empresas también a compensar la previsión que había por tráfico de coches que luego no se cumplió. “La Administración pone en marcha las cuentas de compensación. Les garantiza a las concesionarias que van a cobrar por el 80% del tráfico previsto. Unos 360 millones de euros”, un dinero que se va a devolver en la medida que se fuese recuperando el tráfico.

Hay dos soluciones para este negocio: crear un banco malo de autopistas o que el juez decrete la liquidación. En este segundo caso, “la Administración tendría que hacer frente a toda la deuda que mantienen esas empresas con la banca. Unos 4.000 millones de euros”, comenta Álvaro Romero.