Los datos del Padrón 2015 no dejan lugar a dudas. Los pueblos españoles se han convertido y se están convirtiendo en tierra de nadie. Nadie que los habite, ni mantenga. Parecen abocados a desaparecer, a desembocar en el olvido de sus tradiciones y sus gentes. Hemos pasado del éxodo rural a la despoblación total como tendencia demográfica.
Tendemos a aglomerarnos en grandes ciudades y núcleos urbanos de mayor entidad demográfica que los pueblos de toda la vida. Ya no son el agua que mueve el molino. La economía ha pasado definitivamente a depender de los movimientos financieros de la 'city' -entiendo 'city' como nuestras urbes de siempre-.
Quién no ha atravesado carreteras españolas sin cruzarse un coche en kilómetros. Carreteras secundarias salpicadas de pueblos que antes emanaban vida y ahora subsisten de la mano de una población cada vez más envejecida. Sus habitantes tienen suerte si los conductores de paso respetan los límites de 40 ó 50 km/h. No hay niños, la juventud escasea y su futuro se antoja complicado.
Ese futuro ya es presente en gran parte de los municipios de España. Alrededor de 4.000 municipios españoles cuentan con menos de 500 habitantes censados, según datos del INE en 2015. Echar un vistazo al mapa puede resultar desolador para el amante de la España rural o los nostálgicos de su pueblo. La mitad norte de la Península está plagada de pueblos sin gente y este mapa dibuja el complicado panorama demográfico que vive y le espera a nuestro país.