Carles Roig, agricultor de cítricos en Alcanar, Tarragona, se cita con ‘Salvados’ para hablar de su situación y de cómo gran parte de las clementinas se tiran porque a las grandes cadenas no les gusta su aspecto.

La clementina con alguna mancha no se vende porque “el comercio no lo va a aceptar y la redistribución tampoco”. A pesar de ello, “la fruta está buena”, asegura Carles y corrobora Jordi.

Las grandes cadenas les imponen que sea perfecto. Las clementinas que están en el suelo se envían a industria para zumo pero les pagan lo que les ha costado enviarla. Se tiran porque “el mercado dice que no lo quiere y no lo paga”, declara el agricultor.

Producen unos 200.000 kilos de clementinas, de los que 120.000 en el mejor de los casos, acabaran en los casas. Lo demás se tira. “Lo importante es que sea bonita”, explica Roig.

La clementina según se coge no va a la caja. Lo que les imponen es que “hay que embellecerla, maquillarla y ponerla más atractiva para el consumidor”, en una cámara de gas. “Les sacan brillo igual que un coche cuando se limpia”, comenta.