Con actitud seria pero relajada. Esa fue la actitud que adoptó Assange para responder a todas y cada una de las preguntas de Jordi Évole. Los correos electrónicos que bastarían para demostrar que su escándalo sexual es en realidad un montaje se han convertido en portada de los principales medios internacionales.

Se trata de conversaciones sobre Assange descubiertas por el propio Assange. “Él cree que se quedará en la embajada entre seis y doce meses y luego se le retirarán los cargos, pero esto no funciona así, ¿verdad? Es un tonto. Sí, un tonto muy optimista”, leía el fundador de Wikileaks en unas de sus revelaciones.

Assange da por hecho que si se le ocurre poner un pie en la calle, sería inmediatamente arrestado. A estas alturas, continúa recluido en la embajada de Ecuador en Londres, una reclusión que ya le ha costado más de 3,5 millones de euros en seguridad al Gobierno británico. 

A Assange no le tiembla el pulso cuando afirma que cientos de políticos quieren secuestrarle y asesinarle, pero él no se amedranta y desde la embajada continúa dando información jugosa y comprometedora en pro de gobiernos transparentes al 100%. Assange es partidario de sacar a la luz cualquier documento público de cualquier país; eso sí, siempre que no pongan en peligro la vida de terceras personas.