Jordi Évole se cita con Melitón Cardona Torres, diplomático jubilado, para tomarse un cóctel. Una de las cosas que hacen los diplomáticos que toman dos cada tres días porque “es algo obligatorio. Es una fuente de información”.

Tiene 37 años de experiencia. Fue embajador en Dinamarca y en misión especial para la reforma del servicio exterior.

Se critica la partida que tiene España en comprar cubertería, mantelería, mástiles... “Es algo inevitable. Lo que no se puede hacer es servir una cena con una vajilla estropeada”. Después de una fiesta nacional, el resultado es “desolador”.

Si hubiera una Liga de embajadas, España no estaría en la Champions “porque no se le presta atención”.

El principal trabajo de Melitón hoy en día “es de relaciones públicas”. Su trabajo era prácticamente “un trabajo administrativo”, llevar la contabilidad de un país sin necesidad de estar fuera.

Un embajador debería “estar en la calle, no en un despacho. Es una idea absurda”. Debería ser un “comercial de nuestro país en el extranjero”. Pero es que no están preparados porque “los diplomáticos somos generalistas, se supone que sabemos un poco de todo y no mucho de nada. No tenemos una preparación específica en materias económicas…”

"Si hubiera una Liga de embajadas, España no estaría en la Champions"

“España podría tener un papel más relevante en la escena internacional si tuviera una estrategia y un servicio exterior digno de este nombre”.

Las embajadas y las nuevas tecnologías “no se llevan bien”. El ideal es no teclear sino “dictar”. Para los diplomáticos españoles, hay mala formación “el nivel ha bajado mucho”. Y es que, “tienen faltas ortográficas”, en idiomas tampoco van bien.

En España, "cualquier hijo de vecino puede ser diplomático", “hoy en día no es elitista”. Évole lee una lista de nombres de personas que no son de clase humilde. El diplomático asegura que eso era más antes que ahora.

Margallo quiere hacer una nueva ley pero “se va a encontrar con mucha resistencia”.