El pasado 24 de julio tuvo lugar el accidente de tren de Santiago, cuando un tren Talgo Serie 730 que cubría un servicio Alvia con ocho coches y dos cabezas tractoras operado por Renfe descarriló con 218 pasajeros a bordo, causando 79 personas fallecidas. Teresa Gómez-Limón tendría que haber llegado a esa estación. Ella era diputada del PP por la Asamblea de Madrid e iba a Ferrol tras un Pleno Extraordinario en Madrid cunado el tres descarriló, convirtiéndose en una de los 140 personas del accidente.

"Hay que hacer menos actos aparentes y ayudar a las víctimas de verdad"

Un año y medio después, Teresa está prácticamente recuperada de sus secuelas físicas y psíquicas y representa a la Plataforma de Víctimas del tren Alvia 01455 “Físicamente sí, estoy muy recuperada,  psicológicamente no estoy tan recuperada  porque aún tengo muchos fantasmas, muchos miedos,  pero voy mejor y, además, soy una persona afortunada. Yo estoy aquí contigo en representación de una asociación de víctimas y en esa asociación he visto mucho dolor, de padres que han perdido a los hijos, de maridos a las mujeres, a los nietos, a los hermanos...  Y eso es un dolor muy grande e irrecuperable. Yo me considero, dentro de esa asociación, afortunada”, comenta.

Estuvo ocho días en la UVI y la popular le cuenta a Jordi Évole que su hijo se quejó de la gestión que hizo en aquel momento el Gobierno español y el gallego de aquella tragedia. “En vez de ir a lo que había que ir, que era buscar las causas del accidente, que era lo fundamental, a lo que fueron era a tapar todo, a hacer una misa estupenda, a ir allí a echar lagrimitas de cocodrilo, pero luego no ayudar a las víctimas. Yo creo que hay que hacer menos actos aparentes y ayudar a las víctimas de verdad”, asegura.

Teresa explica que las víctimas se han sentido solas. “Siempre nos hemos sentido arropados entre nosotros, arropados por las personas de Angrois, arropados por el servicio médico, arropados por los trabajadores  y por el juez Aláez, pero por las instituciones, cero”, asevera.