En Uruguay, han conseguido que, por ejemplo, una revista  como ‘The Economist’, les considere el País del Año 2013. Cuando Mujica ve eso piensa que ”el mundo rico debe andar muy mal. Yo soy consciente de que nos falta mucho. No puedo estar conforme. Y en la vida hay que tener sentido de la responsabilidad y autocrítica”, asevera.

Con quien más choca el representante de los uruguayos es con círculos de poder. Por ejemplo, la banca, “y eso que en Uruguay el grueso del movimiento bancario está en manos del Estado. Tú te encuentras que el Estado tiene la energía eléctrica, el Estado tiene la refinación de combustible y la distribución de combustible. La principal compañía de comunicación es del Estado y los principales bancos son del Estado”.

Sin embargo, no lo van a privatizar porque hubo un plebiscito y el pueblo uruguayo, por mayoría, decidió que siguiera en manos del Estado. “Y sabemos que si fuera privado, estaría mejor administrado”, confiesa. Y es que “a veces lo privado funciona mejor que lo público. En lo privado, si tú no funcionas, si no cuidas el trabajo, te echan. Y en lo público, nadie te echa”, algo que el presidente cambiaría pero no puede cambiar.

“No cambiaría la propiedad que seguiría siendo estatal. Lo que buscaría es aumentar la responsabilidad de los trabajadores del Estado”, porque “un país como el nuestro  es imprescindible que tenga un Estado fuerte y que haga muchas cosas; si no, es una hoja al viento”, comenta.

Jordi Évole le cuenta a José Mujica que se ha encontrado con algún ciudadano de Montevideo  que decía que estaba quejoso porque le habían subido los impuestos y tenía que pagar mucho al Gobierno para luego dárselo a los pobres que, según él,  a veces no quieren trabajar y se acostumbran a un sueldo que tienen ahí como vitalicio.

El presidente asegura que “las economías contemporáneas lo que vienen enseñando es lo siguiente: la economía puede crecer, puede aumentar el PIB, pero a su vez aumenta la pobreza y la gente con problemas. Si el Estado no se preocupa de obligar a repartir, va quedando como una subhumanidad ahí abajo. Y bueno, cuando tú le metes la mano en el bolsillo a para cobrarle impuestos, no le gusta, y humanamente es comprensible”.