Jordi Évole habla con un camionero sobre su profesión. El trabajador confiesa que la parte más dura es que "estás muy poco con la familia": "Yo puedo estar al mes en mi casa seis días u ocho. Eso, al cabo del año, es un mes y medio en la casa".

Eso sí, también ve el lado bueno de las cosas. El transportista asegura que su trabajo "es bueno para que dure el matrimonio porque te ves poco y cuando te ves tienes ganas de verte". "El día que me baje del camión me cuesta el divorcio", asegura el transportista.

Para otro de los camioneros a los que ha entrevistado Jordi Évole, vivir alejado de la familia es lo más triste. "Un finde prefiero estar parado porque desde el camión ves a las parejas con los niños", señala.

Además, asegura que gracias a su trabajo tiene "unas niñas muy listas". Una de sus hijas "sacó la nota más alta de selectividad de Andalucía", y la otra "es periodista". "Nunca dejaría esto porque es la única forma de que ellas vayan para arriba".

Además, esta profesión presenta otros riesgos relacionados con la precariedad laboral, cómo ha explicado una camionera, que asegura que a veces tienen "horarios imposibles de cumplir" y se enfrentan a jornadas de unas 15 horas: "Parece que la mercancía vale más que tu propia vida".