Uno de los miembros de este grupo de moteros, que se dirigen a Pingüinos, la concentración que se celebra en Valladolid en enero, recuerda con Jordi Évole cómo eran sus viajes cuando era pequeño.

Explica que su padre tenía un "Seat Ritmo" y que, desde que tiene consciencia, cada vez que viaja a Galicia para en el área de servicio de Alfajarín, en Zaragoza.

"En el asiento de atrás, la butaca para tres personas en la que ahora van con las sillas, una hermana iba tumbada para un lado, otra para el otro lado y en el espacio de los pies me tumbaba yo", señala este motero.

Recuerda, además, que ponían "toallas en las ventanas" y salían "de madrugada" porque no había aire acondicionado. Pero ese no era el único inconveniente, "las gasolineras cerraban por las noches y te quedabas tirado sin gasolina".

"Una noche mi padre tuvo que dejar el coche e irse andando por la nacional hasta una casa en la que vio luz y el hombre sacó gasolina de su coche con una manguera", nos cuenta.

Jordi Évole ha hecho otras entrevistas, como al abuelo de un canterano del Real Madrid y sus amigos, que van al bar de una estación de servicio porque "es más entretenido".

Otra de las emotivas historias que descubre en 'Salvados: En ruta' es la del conductor del autobús del Atlético de Madrid, que accedió a ese trabajo para honrar a su hermano, fallecido unos años antes.