Cuando se escucha que los jóvenes son una generación que va a vivir peor que la generación de los padres, María Almena, doctora en Bioquímica, asegura que el contexto es totalmente distinto porque “los padres vivían en un país en vías de desarrollo mientras que ahora tenemos situaciones igual de precarias, en un país que va para atrás”.

Pablo Padilla, miembro Juventud sin Futuro y en la Oficina Precaria, comenta que lo que les caracteriza es “que seremos la generación que viva con menos derechos sociales que nuestros padres, y encontramos un panorama en el que da igual el esfuerzo que hayan hecho tus padres porque vamos a ser una generación para la que la educación, la sanidad, la vivienda, todos esos derechos recogidos en la Constitución, no son efectivos de ninguna manera. Y sólo van a ser efectivos si tienes dinero”.

Diego Arroyo, estudiante de ADE y Ciencias Políticas, no comparte la visión pesimista de Pablo. El joven explica que “si hubo un momento en que se realizó una reforma que permitió que haya gente en el sistema superprotegida y gente fuera del sistema que tiene cero protección, que es lo que pasa a los jóvenes; quizá lo que hay que hacer es una reforma que permita meter dentro del sistema a los que estamos fuera, los jóvenes”.

"Ahora vivimos en un país que va para atrás"

Diego no cree que vaya a vivir peor que sus padres. Simplemente piensa que la gente se ha vuelto muy conservadora. “Estamos anhelando una especie de pasado que idealizamos, porque todo tiempo pasado fue mejor. Simplemente vivimos en un mundo completamente distinto, donde la movilidad territorial no debe ser problema y donde realmente ciertos derechos que igual no vuelven, pero vendrán otros derechos igual de válidos”.

En esa idea de movilidad, Guillermo Zapata, miembro de Movimiento por la Democracia, asegura que está de acuerdo en el sentido de la libertad de poder elegir, “pero cuando tú te vas de tu casa porque no puedes elegir no irte, eso no es libertad. Eso es que te están echando. Y ese ‘te están echando’ es que el lugar donde había el medio para ganarte tu sustento se ha evaporado. Y ese evaporado no tiene absolutamente nada que ver contigo. No es responsabilidad tuya ni tienes culpa”.

Borja Sémper, portavoz del Grupo Popular en el Parlamento vasco, asevera que en “España la movilidad no es algo nuevo, la movilidad es algo consustancial a la vida en cierta manera”. Lo único que antesse le llamaba inmigración, no movilidad, que es como mucho más neutro”, comenta Guillermo. “Movilidad suena como moverme al barrio de al lado. Y la inmigración es otra cosa”, comenta.

Diego piensa que “a la Unión Europea debemos de entenderla como el barrio de al lado. Es decir, vivimos en un continente que tiene libertad de tránsito. Igual que se movían los españoles cuando España era simplemente un país autárquico y pasaban de los pueblos a las ciudades. Igual tiene sentido que los españoles se muevan dentro de Europa.

La directora de cine Mar Coll prefiere el término de emigración que el de movilidad. “Me parece más adecuado a lo que vive en este país”. Sin embargo, hay otro tema, que es el tema del talento, que le parece una contradicción. Y es que “las personas que se forman aquí, con el dinero de los españoles, tengan que ir a ser aprovechadas en otros países, aunque sea la Unión y formemos todos parte del mundo globalizado”.

Un ejemplo de ellos es María Almena que está trabajando en París porque en España no tenía salida. “Estoy trabajando en París porque la salida natural para un doctor que quiera hacer carrera científica es tenerse que ir fuera”. La joven explica que “España tiene una estructura en su sistema científico que no permite progresar o limita mucho, está más limitado, tus expectativas profesionales si te quedas aquí. Aparte del contexto de crisis en el que nos hemos movido los científicos en los últimos años, donde se metieron hachazos en los presupuestos insoportables y eso ha forzado a un montón de gente a salir”.